miércoles, 24 de noviembre de 2010

La búsqueda (Otoño 2009)

Largo fue el proceso, en momentos emocionante y en otros no tanto,muchos también fueron los tipos de barcos, esloras, páginas de internet, vendedores, lugares, astilleros...que consultábamos y ojeábamos casi a diario. La desesperación acechaba tras la vuelta de un correo o una llamada, ella siempre está hay midiendo nuestras fuerzas y agazapada se prepara para abalanzarse sobre nuestro ser, hay que mantenerse alerta.
BEGOCHU
A bordo del BEGOCHU (en el que hacíamos vida en aquel entonces), Westerly Renown propiedad de nuestro gran amigo Aitor, circumnavegamos Mallorca e Ibiza visitando la gran mayoría de sus puertos. Este queche nos enseñó a quererlo, nos forjó en paciencia y nos asustó en ocasiones con sus averías (pérdida de gobierno en plena noche y con fuerte viento, vía de agua en otra y problemillas mecánicos varios).
También volamos a Canarias y Portugal, al regreso empezamos a pensar que debíamos de concretar y “estrechar el lazo” pues ésto se podía alargar indefinidamente. Así pues, analizamos los modelos que más nos habían “atraído” y sus características comunes, entre ellos estaban : Vindo 50,Atlantic Power Ketch, Cheoy Lee, Carol Ketch, David Hillyard 12 y 14 toneladas, Van Der Stad, Freeman de 12 y 14 toneladas y también algunos diseñados por Laurent Giles, A. Miglitsch, J.M Alonso Allende de Astilleros Udondo, sin mencionar los Colin Archer que se nos escapaban de presupuesto y un largo etc. de embarcaciones únicas y clásicas que te hacían soñar despierto pero que tristemente se nos esfumaban al poner los pies en tierra.
Las características comunes a la mayoría de estos veleros y que estimábamos como más convenientes para nuestro proyecto dieron como resultado un queche con bañera central “cabinada”, un camarote de popa que nos diese intimidad a la hora de compartir este espacio tan reducido, aire clásico y que predominase la madera en su construcción e interiores , una eslora entre 11 y 12 metros, un presupuesto más bien bajo (a lo que ayudó mucho el que fuera de madera) y el poder ser autosuficientes a la hora de repararlo y navegar con él.
Así que con todo ésto reunido ,el resultado fue centrar la búsqueda hacia las embarcaciones que teníamos vistas en Holanda e Inglaterra. Nos debatíamos entre viajar a un país o al otro,cuando retomamos la negociación con un varadero inglés (que también se dedicaba a la venta de embarcaciones usadas y clásicas) acerca de un Freeman que de tiempo nos llamaba mucho la atención pero su precio era inalcanzable.
Nuestra idea inicialmente era alquilar por internet una furgoneta en Londres y dormir en ella. Recorrer la costa SO de Inglaterra visitando los puertos que encontrásemos al paso y poco a poco aproximarnos a Cornualles, donde ya nos habíamos citado con varios “broker” para ver distintos barcos. Uno estaba en Dartmouth y dos en Falmouth.
El primer propósito no fue como esperábamos, pues alquilar una furgoneta (al menos por internet) era difícil y muy caro. Optamos por la opción económica y modesta del mercado, un Chebrolet modelo Matiz (su nombre ya previene sobre qué encontrarás) que iba a ser nuestro hogar durante 2 semanas.
Fue mejor de lo que esperábamos pues muchos ingleses tienen una caravana con lo que hay bastantes espacios para gente que viaje de esta forma, también tienen gran respeto por lo comunal y puedes encontrarte baños públicos en muchos lugares y ciudades: limpios,con jabón (ni algunos restaurantes españoles lo tienen),agua caliente, secamanos la gran mayoría y algunos hasta ducha . Así ,al llegar la noche elegíamos un sitio cerca de estos aseos, estibábamos las mochilas en los huecos de los asientos y los reclinábamos, extendíamos los sacos y si la noche era fría nos poníamos el doble techo de la tienda de campaña por encima, dentro del coche haciendo otra cámara de aire y a dormir...
La comida era a base de bocadillos y verdura que comprábamos a diario o recolectábamos de un tiesto con distintas clases de lechugas que nos acompañaba en nuestro gran “matiz”. Comer en restaurantes no atraía de ninguna manera pues el olor a “fritanga” que los antecedía y publicitaba a lo largo y ancho de la calle, hacía que el apetito disminuyese drásticamente.
Conforme nos alejábamos de Londres parecía que en algunos momentos nos transportábamos en el tiempo y que ese pequeño coche nos estaba llevando en un viaje a otras épocas ya pasadas.
El recorrer los puertos (míticos y lejanos para mi) que en películas había oído mencionar, en novelas leído y en la popa de barcos vagabundos visto. El entrar en sus tabernas, tomar unas riquísimas pintas con suerte con música en vivo. El esquivar en plena carretera un tractor con ruedas macizas y motor de vapor. El ver faenando los barcos de pesca , que ellos llaman de “trabajo” (antiguos barcos de madera con velas cangrejas y en los que de vez en cuando regatean entre ellos) todo ésto nos hacía pensar que habíamos escogido bien el lugar...

Magníficos y económicos lugares para dormir, disfrutar de su tranquilidad y recrearse con sus vistas son los albergues de la red International youth hostels , donde hicimos tan sólo dos noches pues ya terminaba la temporada y los cerraban.
Después de unos días de inspeccionar puertos sin ninguna embarcación a la vista, llegamos a Dartmouth, encantador lugar en el que por esas cosas del destino conocimos a una pareja que nos ayudó en la elección del barco,pues Tom es carpintero de rivera y habla castellano y Natalia había tenido un barco de madera y navegado mucho con él. Tom, Natalia, su hija Pola y su gato vivían en un antiguo David Hillyard con vela cangreja y baupres mecidos por las aguas del rio Dart.
Rio Dart
Visitamos algún varadero de la zona,hicimos alguna excursión siguiendo el río, nos perdimos por sus calles y entablamos conversaciones alrededor del calor de una chimenea, casi todos los pub la tienen.
Dejamos el condado de Devon y nos adentramos en Cornwall prevenidos de que “Those Cornish are crazy people”
Verdaderamente lo están y una clara muestra la tuvimos nada mas llegar a lo que ellos llaman la playa en Penrin (río Falm), en este curioso lugar hay gentes que de forma permanente viven allí en sus barcos, algunos de ellos puede que algún día dejen de ser parte del paisaje y suelten amarras con la marea entrante, otros no tendrán la misma suerte pues ya son tan sólo viviendas flotantes y su recuperación sería bastante complicada. Todos ellos dos veces por día descansan sobre el lodo y otras dos vuelven a balancearse en aguas procedentes del canal de la Mancha, con cada flujo de marea esta parte del río se llena y se vacía con el reflujo, devolviendo las aguas otra vez al océano.

Penrin "la playa"

Habíamos quedado en Helford Passage con Karen, navegante que ahora trabajaba para “Gweek Quay” y con la que tantos correos habíamos intercambiado, consultando y negociando acerca del Freeman. Para llegar allí, nos perdimos una y otra vez en carreteras pequeñas y no muy bien indicadas, yo no me acostumbraba a conducir por “el lado contrario” (experiencia muy extresante para mí) ,Belén tenia que estar alerta y pendiente de que la fuerza de la costumbre no nos llevase a la parte derecha del asfalto ; a ésto había que añadir las explicaciones del los aborígenes en “wachiwachi”.
Al fin encontramos el aparcamiento de Helford Passage, desde este emplazamiento algo elevado se podía ver la desembocadura del río, en ambos márgenes abundaban los retorcidos robles, acebos, algunos castaños y cedros en lo alto de las colinas, en el centro del río embarcaciones de pesca y de vela permanecían amarradas a sus boyas bien alineadas. En una de éstas y como dando la bienvenida al Helford se divisaba el Freeman de cuyo nombre no quiero acordarme. Se distinguía claramente por el color de su casco, su obra muerta de madera vista y sus dos mástiles algo inclinados hacia popa.
Este lugar recibe el nombre de Helford Passage porque desde antiguo las pequeñas embarcaciones (las llaman ferrys) cruzaban a las gente de una orilla a la otra en este punto, una de ellas nos llevaría hasta el barco, recibiendo por primera vez felicitaciones y piropos tales como “what a lovely boat” por parte del pasaje del ferry creyendo que ya eramos sus propietarios.

Helford Passage
 El barco estaba enmohecido, desordenado, frío y tenía ese ambiente triste que desprenden los barcos desatendidos y casi olvidados;no pudimos navegar en él ni hacer una prueba de motor, a pesar de que los últimos interesados en él se echaron para atrás al creer que su antiguo motor del 67 estaba en mal estado( más adelante supimos que lo único que tenia era una hélice repleta de mejillones y escaramujo) .Nos encantó y pensamos que seria cuestión de seguir negociando el precio, lo cual no nos producía ningún remordimiento pues el barco pertenecía a un millonario que lo tenia por capricho de su mujer y que ahora trataba de quitárselo de encima.
Aún nos quedaba ver el SULULU, un antiguo Laurent Giles que veríamos al día siguiente,aunque nos gustó eran demasiada la eslora,el calado y el trabajo que requería comparado con el Freeman.
Los consejos y la opinión de Tom que se desplazó al varadero para una inspección general del barco nos impulsó a hacer una última oferta pues habíamos encontrado algunos problemas que conllevaban gastos extras.
Mientras recibíamos una respuesta, no perdimos la gran oportunidad de seguir viajando por estas tierras de mitología celta y fábulas medievales.
Fuimos hasta lo que antiguamente los habitantes de estas tierras creían era el confín del mundo “Lands End” parando en pequeños pueblos costeros para disfrutar de sus evocadores puertos, colinas, acantilados y arquitectura (muchas de las casas tienen cubierta de paja y vigas de madera).Lamentablemente no pudimos llegar al mismo “fin del mundo” pues estaba cercado para albergar un parque temático de lo más hortera ,cosas del “nuevo mundo”...
"ferry" del Castillo de Saint Michael
Visita muy recomendada es el Castillo de Saint Michael que se eleva sobre un promontorio al igual que su “gemelo”francés San Michelle del otro lado del Canal de la Mancha,sus caminos de acceso quedan sumergidos durante unas horas al día,en que se convierten en islas,lo que hace que sólo sea posible llegar en una embarcación.
Castillo de Saint Michael
 Otro lugar que nos sedujo fue el mítico Tintagel y sus tierras colindantes, tiempo a, recorridas por el legendario rey Arturo, nosotros lo hicimos a lomos de nuestro corcel mecánico siempre obstinado en cabalgar en sentido contrario. Boscastle fue el lugar perfecto para celebrar la, para algunos, mágica noche de Halloween y que para nosotros fue muy “magíca”.
Portreath, Saint Ives y Boscastle
 Algo impacientes ya por la proximidad de nuestro vuelo de regreso a Baleares recibimos la contestación con un “ok” a nuestra contraoferta y contentos como un inglés sorbiendo té nos dirigimos a cerrar el trato verbalmente. El “Hockey pockey” pasaba a ser con nosotros el “Alma de Viento”.

Continua en Carenando a la Inglesa

1 comentario:

  1. Me ha encantado la historia. Tengo muchas ganas de conocerlo y pasar unos días compartiendo navegación, risas y largas conversaciones con vosotros flotando sobre él.
    Esta vez llevaré vermut :D

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