Después de que el golfo de León, nos
diera un buen meneo nocturno, descubrimos con agradable sorpresa, que
esa luz que marcaba nuestro rumbo, era el faro del puerto de Sete.
Biiieeen!!!
Estamos rendidas casi tenemos que
entrar a puerto con las velas. El motor hace el amago de no arrancar.
Las baterías no se cargan bien, ya tenemos otro trabajo en la lista.
Finalmente arranca, entramos al puerto de Sete y nos amarramos en
pleno centro.
Solo bajar, nos hacemos una foto de
grupo, para celebrar que hemos llegado, y acabamos de cocinar el
risoto de la cena de ayer. La tormenta nos impido cocerlo.